Sofía y Caetano, hijos de unas de mis 2 mejores amigas han nacido en estas 2 últimas semanas. Es una maravilla ver la felicidad en ellas y el amor por sus hijos. Me han traído a la memoria el día mas especial de mi vida hasta la fecha, el día que Ignazio y yo conocimos a Martina.
Hay que decir que Martina fue inquieta siempre, revoltosa en la barriga. Tan revoltosa que habiendo estado encajada lista para salir semanas antes de la fecha de parto decidió voltearse, ella quería nacer mirando al sol. Por recomendación médica y para evitarme una labor de parto dolorosísisma y con posibles complicaciones sugirió la cesárea. Rogué por un par de días a ver si se volvía a acomodar (si ya lo había hecho una vez, porque no una segunda), regresé a hacerme la ecografía un par de días después, tenia 1 cm de dilatación y Martina efectivamente se había movido, pero no se había encajado. Decidió que se quería quedar dentro dando 2 vueltas de cordón una en el cuello y otra en la pierna y a demás se habia puesto transversal. La cesárea era inminente. Me quedé internada luego de esa ecografía. Martina nacería en unas 10 horas.
Esa noche, antes de internarme salí a cenar con mi madre, nos comimos unas pizzas con una copa de vino como para relajarme. Esperé a que llegara Ignazio y juntos nos internamos en el cuarto. Allí comenzó todo. No voy a decir que estábamos nerviosos, porque no es esa la palabra, tampoco ansiosos, estábamos muy ilusionados.
Llegaron las 5:30 de la mañana y comenzó la preparación para la cesárea. Siempre habíamos acordado que por un tema de suceptibilidades Ignazio no entraría a la cesárea pero… al último momento me dieron muchos nervios y le pedí que por favor me acompañara, a demás que creía que sería una experiencia unica que debía vivir. Entró al quirófano cuando ya me habían puesto la epidural, estuvo a mi lado hasta que sacaron a la bella Martina. El mundo se paró para nosotros en ese instante. Sentir su llanto, su olor, su calor, espero nunca olvidar ese sentimiento. Llegó al mundo con 51 cm y 3,800 kg, una niña gordita, grande y hermosa.
Como familia tomamos la decisión de no recibir visitas (ni familiares) hasta pasada la tarde, quisimos que fuera un momento íntimo de los 3, que no fuera algo muy agresivo para una pequeña que recién conocía el mundo. Fue un momento mágico estar los 3 solos en el cuarto conociéndonos. Hasta hoy creo que fue una de las mejores desiciones que hemos tomado.
Conocimos con Ignazio lo que significa la felicidad absoluta y esta solo puede traducirse en paz. Gracias Martina por llegar a nuestras vidas, gracias por darnos la dicha de ser tus padres. Te amamos infinito.
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