Siempre intuimos que Martina era una niña diferente. Nos encantaba lo cándida e inocente que era, la energía y la felicidad que proyectaba. Pero a medida que crecía notamos que se aislaba más y más y esa felicidad ya no parecía ser la misma.
Ella estaba inmersa en su mundo, en su laberinto. Sin saber como pedir ayuda. El día que cumplió 2 años, organicé un picnic con sus primos y los hijos de mis mejores amigas, algo sencillo en el parque para que los niños jueguen. Ella sólo buscaba escapar y correr sin parar. Cantarle feliz cumpleaños fue una odisea que terminó en un llanto descontrolado. Ella tuvo una crisis. Fue un día muy triste para mí. Fue un día decisivo para Martina y nuestra familia. Bruno ya estaba en camino y nos armamos de valor ese día para buscar una opinión médica.
Ninguna de las opiniones que recibimos fue fácil de asimilar. Unas más fuertes que otras, pero todas indicaban que Martina debería iniciar terapia cuanto antes para intentar que ella pudiera manejarse por este mundo sin tantos sobresaltos. Sabemos que tenemos una hija especial, maravillosa, una hija a la que no intentamos cambiar a través de la terapia. Solo buscamos sacarla de su laberinto para que los demás puedan ver lo increíble que es.
Este no ha sido un año fácil para la Madriguera. Lidiar con un «diagnóstico» y la llegada de un nuevo miembro a familia en medio tanta incertidumbre no ha sido un camino de rosas. Fueron 9 meses de embarazo infernales debo reconocerlo. Estaba triste y muy preocupada, pero como dicen no había tiempo para preocuparse, había que ocuparse y rápido. Y eso hicimos. Creo que eso fue vital para Martina.
En abril Bruno llegó para completarnos como familia, y es el mejor hermano menor que pueda haber aún con su corta existencia. Él está ayudando a su hermana a salir del laberinto al igual que papá y mamá. Ella se está abriendo, esa sonrisa ha vuelto.
Hoy soy una mamá sumamente orgullosa, tengo una niña tenaz y trabajadora. Ella como dice su nombre es una guerrera y de la más valientes que conozco. Y no me cabe duda que la salida del laberinto está cada vez más cerca.