Vacaciones para conectar

Si leyeron bien! Vacaciones para conectar, no para desconectar!

Martina salió de vacaciones en el nido y optamos por tomar unas vacaciones familiares. El campo nos llama, la verdad que no somos personas de ciudad. Amamos la naturaleza, la vida lenta y contemplativa. Teníamos ya síndrome de abstinencia. Necesitábamos conectar con la naturaleza.

Así que ahí comenzó mi búsqueda, donde podemos ir que sea buen plan para los 4. Y así como por arte de magia se cruzó en mi cuenta de Instagram una publicidad de Pamuri Andes Lodge en  Tayacaja Huancavelica. Debo reconocer que detesto que me salga publicidad pero esta  vez lo agradecí.

Allí comenzó la aventura. Decidimos ir en avión porque la verdad que detestamos manejar por la Carretera Central, nos parece sumamente peligrosa. Así que volamos a Jauja ( en un vuelo que no dura más de 40 min) y desde ahí nos iban a recoger para llevarnos al Lodge que estaba a un par de horas en auto.

Abrir la ventanilla del auto y sentir el olor al campo es maravilloso. Tayacaja huele a una mezcla entre marcela, muña, eucalipto y un poco a vaca. El aire seco entra frío por la nariz y te despeja, es tan limpio que duele. El sol de la mañana te baña la piel con un color naranja y el cielo azul añil te llena de esperanza. Eso pasa en la naturaleza, los sentidos se agudizan, cuando conectas con ella así no necesitas nada más en el mundo que disfrutarla con los tuyos.

El lodge es una cabañita muy linda, acogedora donde siempre hay una estufa encendida para que no pases frío nunca. Para que cuando regreses de tus caminatas disfrutes de un mate de coca frente a la lumbre con los tuyos. Tuvimos la suerte de estar solos en el lodge esos días. Teníamos la cabaña para nosotros solos. Fue increíble.

Casi toda la comida que sirven en el lodge es de su huerto. La comida es super saludable y deliciosa. Nos encantó que tuvieran el detalle de cocinar un menú especial para Martina debido a sus innumerables alergias. La verdad que se pasaron! Fue una preocupación menos para nosotros allí.

Los chicos disfrutaron de una actividad en el huerto cultivando y cosechando. Fue increíble ver a Martina vencer su aversión por la tierra y meterse de lleno a plantar y regar sus verduras. Me encanta que tengan esta actividad la verdad, los niños no suelen plantearse de donde sale la comida que los alimenta. Creo que los ayuda a tomar conciencia de muchas cosas y además los anima a probar verduras nuevas, una vez que las conocen y las cuidan.

Martina disfrutó muchísimo de darles de comer pastitos largos a las vacas. Comenzó temerosa detrás del alambrado pero no tardó mucho en aventurarse a entrar y caminar entre ellas. Visitamos también el establo y Martina pudo ordeñar un poquito aunque el calor de las ubres no le resultó de lo más agradable. Pero era muy gracioso verla luego jugar en el lodge a que ordeñaba las vacas de los trofeos que decoraban el lugar. Se ve que la actividad le impactó bastante.

Tuvimos la oportunidad de hacer nuestro primer trek los 4 juntos. Subimos bastante alto. Bruno aguantó bien en el cangurito, se dormía de vez en cuando pero no tuvimos mayor problema. Martina al llegar casi a los 4000 mts, si comenzó a estar bastante adormilada, bostezando bastante y se agitaba un poco. Así que fuimos despacito y cuando estaba muy cansada la cargábamos un poco. Finalmente llegamos la cumbre y para ella fue un éxito total. Lo había logrado y se sentía invencible.

Desconectamos de la rutina, pero básicamente nos conectamos con la naturaleza, con nosotros mismos, conectamos como familia.  Las vacaciones deberían ser para eso, para disfrutarnos, encontrarnos y sorprendernos.